jueves, 8 de mayo de 2008

¿PROGRESO Ó AUTODESTRUCCIÓN?


Madrid-Almudena Martín

El hombre ha evolucionado de tal manera que ha sido capaz de adaptarse a su entorno y mejorar en base a sus necesidades fisiológicas y sociológicas. En la actualidad y sobre todo en las sociedades desarrolladas, no es fácil imaginarse una vida sin luz, sin agua, sin calefacción, incluso sin medios de transporte o tecnologías como la televisión. Todo es resultado de nuestros avances por mejorar nuestra vida.

Ahora bien, el progreso del hombre no siempre ha tenido consecuencias positivas. Lejos queda la imagen de aquellos hombres primitivos que con gran asombro eran testigos del mayor descubrimiento de la Humanidad, el fuego. Han pasado millones de años desde entonces, y en la actualidad, el hombre continua con un desenfrenado avance que se ha acentuado con la aparición de las nuevas tecnologías. No cabe duda de que el progreso es necesario para mejorar la calidad de vida de las personas en ámbitos como la medicina, la ciencia y la educación. Vivimos en la era de un imparable desarrollo digital, y aún es pronto para saber dónde se establecerán los límites.

¿Pero hasta qué punto es necesario el progreso en un ámbito como el militar? Después de vivir dos Guerras Mundiales, el hombre no ha aprendido de sus errores. Cada vez se crean armas más potentes y destructivas capaces de acabar con ciudades enteras y millones de vidas. Hoy nadie puede negar el gran poder de destrucción de las bombas atómicas que lamentablemente fueron las causantes de una terrible tragedia en el siglo XX. ¿Pero somos realmente conscientes del daño que pueden ocasionar las armas biológicas o las bombas nucleares en manos de gente irresponsable, cruel y vengativa como son los terroristas? Sin embargo, esta no es nuestra única amenaza. El progreso ha traído consigo una consecuencia indirecta aún más grave. Si no comenzamos a apostar por un avance sostenible, llegará el inevitable momento en el que planeta, cansado de aguantar nuestros incontrolados avances, se autodestruirá. ¿Tan poderoso es el hombre que ha podido incluso cambiar el curso de la naturaleza? Indudablemente sí, pero esta vez de una forma inconsciente. El ser humano ha construido su estado de bienestar sin preocuparse de lo más importante, el entorno natural. Es ahora, cuando comenzamos a sentir las consecuencias de un preocupante cambio climático, cuando nos damos cuenta del gran daño que hemos causado. ¿Y qué solución tenemos?

El Gobierno de EEUU tiene que decidir el próximo 15 de mayo si incluye o no al oso polar en la Lista de Especies en Peligro de Extinción como consecuencia del cambio climático, una decisión que lleva retrasando durante meses. Ahora veremos si realmente le importa al gobierno de George Bush que los osos polares estén desapareciendo o si prefiere seguir explotando el petróleo de la zona (ya que el retroceso del hielo en los mares facilita su extracción y esta podría verse limitada si se le otorga al oso polar la protección correspondiente). Siempre hay intereses económicos detrás de todas las decisiones y mientras haya recursos naturales y materias primas que explotar se hará “la vista gorda” con el verdadero problema, a no ser que todos cambiemos nuestra forma de pensar, incluidas las empresas y grandes grupos de poder.

Los países más desarrollados no hemos sabido medir nuestro crecimiento, y de esta forma hemos puesto en peligro a todo el planeta. Es hora de preguntarnos si el hombre está realmente progresando o está cada vez más cerca de su propia destrucción. Quizás debamos pensar en acelerar nuestras investigaciones sobre la posibilidad de vivir en Marte u otros planetas. Parece ser una solución cada vez más factible que pueda evitar la desaparición de la raza humana.

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