martes, 6 de mayo de 2008

La bella y la anorexia

Madrid, José Mª González

La anorexia es una enfermedad que se está extendiendo a gran velocidad. Vivimos en una sociedad donde no importa estar sano, sino parecerlo. Esta es una enfermedad que ya no sólo padecen las niñas a una edad temprana; también los chicos se ven afectados por esta lacra que supone el miedo a comer. Los ciudadanos de las sociedades occidentales, de las mal llamadas del primer mundo, se mueven en extremos que van desde la excesiva delgadez a la obesidad mórbida. La imagen y el espejo están generando un narcisismo exacerbado. Alguien debería buscar una solución lo antes posible y poner freno a esta considerada ya por algunos la epidemia del Siglo XXI.

Para empresas como la moda, el cine o la publicidad la talla perfecta es una treinta y dos, algo excesivo por defecto si tenemos en cuenta entre otras muchas cosas la realidad morfológica de los cuerpos de nuestras féminas, evidenciada en nuestro país en un reciente estudio. Independientemente de si estemos o no de acuerdo con las tipologías que se establecieron en dicho estudio en función de las formas corporales, campana, tubo o diábolo. Más aun si comparamos este hecho con la imagen que se tenía por atractiva siglos atrás, nuestros antepasados nos tacharían de lunáticos y se reirían de nosotros a carcajada limpia por aceptar como bellos cuerpos cadavéricos en lugar de rollizas pantorrillas reflejadas fehacientemente por Rubens en su famoso cuadro de "Las 3 Gracias". Las pasarelas de la moda tienen una gran parte de culpa pues a lo largo de las últimas décadas han venido imponiendo como canon de belleza lo que se corresponde más con un aspecto enfermizo hasta que, Cibeles y más tarde Milán, regresaron a la cordura e impusieron a las modelos para participar en sus desfiles pesos relacionados con índices de grasa corporal que al menos se acercaban un poco a la realidad. Unas medidas que el resto de pasarelas debería tener en cuenta si quieren establecer la lógica jerarquía de la salud por encima de la belleza.
A pesar de los esfuerzos muchas de ellas siguen exhibiendo una casi inexistente densidad corporal. En otro orden de cosas la cirugía la estética y muy especialmente su versión quirúrgica está ayudando poco pues está de lleno inmersa en este feo asunto haciéndonos creer que el primer y único fin en nuestras vidas es el de estar bello y quienes mejor que las clínicas de belleza para enseñarnos el camino hacia el objetivo de seguir un cuerpo perfecto.

En el otro extremo se encuentran la obesidad y la vigorexia; a esta última algunos expertos la consideran como una versión de la anorexia. El problema se diversifica. Al otro lado se entran las familias de los enfermos que ven como sus hijos, hermanos, cónyuges son incapaces de librarse por completo de su enfermedad, los psicólogos sirven de poco. Empresas de comida rápida ponen el contrapunto con hamburguesas de mil quinientas calorías. El Ministerio de Sanidad es el que tiene que mediar entre ambas posturas. Documentales como "Miedo a comer" de DOK o "Super Sizeme" Morgan Spurlockayudan a concienciar a la opinión pública


La mejor belleza consiste en estar a gusto con uno mismo. Se puede ir al gimnasio, hacer dietas, comer comida rápida, eso si con moderación, respetando el punto medio en su justa medida y es ahí dónde juegan un papel de vital importancia los anuncios, la televisión y la moda, para que esa justa medida de la que hablamos sea equiparable para la mayoría. Los extremos nunca fueron buenos, máxime en casos como éste en el que esos extremos perjudican seriamente la salud.

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